Varios centenares de intelectuales y profesionales han
firmado en Cataluña un llamamiento a favor de la izquierda y del federalismo
para responder al creciente secesionismo estimulado por Convergència i Unió,
desde el Gobierno de la Generalitat, así como por otras fuerzas políticas de
afinidad nacionalista.
Queremos atender esa llamada porque los promotores de una
independencia inmediata de Cataluña aducen beneficios obviando penosas
consecuencias para todos. Además se eximen de responder a los ingentes
problemas que, como europeos, como españoles, como ciudadanos de una comunidad
autónoma y como vecinos de un municipio, nos plantea la crisis económica y la
incapacidad que aquí y en Europa se advierte para adoptar decisiones válidas.
Añadir una propuesta de secesión augura, bajo el pabellón de un nacionalismo
exacerbado, el desbordamiento a corto plazo del malestar social al que nos
viene arrastrando el súbito empobrecimiento y el vértigo de la desesperanza de
un número creciente de ciudadanos.
Los independentistas convierten su particular idea de España
en el chivo expiatorio sobre el que cargar todos los malestares. Abonan así el
terreno a la exigua minoría que, desde el resto de España, se propone hacer
otro tanto con su particular idea de Cataluña. La afirmación de que España
perpetró agresiones contra Cataluña es una desgraciada manipulación del pasado,
que olvida deliberadamente cómo en los conflictos y guerras civiles en los que
todo el país se vio envuelto, los catalanes, al igual que el resto de los
españoles, se dividieron entre los diferentes bandos.
Ni Cataluña está sometida a un expolio por parte de España,
ni el común de los españoles alberga sentimiento alguno de menosprecio hacia
ella. Bien al contrario: Cataluña suscita afecto, admiración y reconocimiento,
entre otras razones porque sin ella, sin su lengua, sin su cultura y sin su
aportación solidaria, no puede entenderse la España democrática. Las fuerzas
políticas que han abrazado el independentismo calculan que, dada la drástica
reducción de los recursos del Estado y los padecimientos de la crisis, sería
llegada la hora de pugnar por sus aspiraciones maximalistas, sin atender al
orden constitucional pactado por todos.
En Cataluña existe un profundo sentimiento nacional, del que
el resto de los españoles es plenamente consciente. De ahí que sostengan con
firmeza que haya de ser reconocido e integrado de nuevo en el seno de
instituciones compartidas. No obstante, si ese sentimiento de forma mayoritaria
se manifestara contrario de modo irreductible y permanente al mantenimiento de
las instituciones que entre todos nos dimos, la convicción democrática nos
obligaría al resto de los españoles a tomarlo en consideración para encontrar
una solución apropiada y respetuosa: los ciudadanos de Cataluña tienen que
saber que este es nuestro compromiso irrenunciable. Pero tienen que saber
también que en el resto de España y en la misma Cataluña hay muchas voces que
reclaman seguir avanzando juntos.
El programa de construcción nacional incentiva a los
independentistas a sentirse víctimas de una opresión por parte de España, a
rechazar la toma en consideración de las propuestas de entendimiento y a
silenciar o relegar a todos aquellos ciudadanos catalanes que no suscriban ese
programa de secesión. La transición de la dictadura a la democracia se hizo de
la ley a la ley pasando por la ley. Ahora, paradójicamente, los
independentistas para llevar adelante su denominada transición nacional se
proponen violentar la ley democrática, hecha por todos y para todos, con el
propósito de alumbrar una ley nueva, hecha solo por los que se sienten llamados
a una misión sin contar con los demás. En la aritmética política sucede que el
orden de los factores altera el producto.
Ni España ni la Constitución de 1978 ni el Estatut de 2006
niegan a los ciudadanos de Cataluña ejercer su derecho a decidir; son los
partidos que apoyan la fulminante independencia de Cataluña quienes confunden
las opciones al concurrir, una tras otra, a las citas electorales con programas
edulcorados, indoloros y sin coste político, social o económico alguno,
pensando ampliar así sus apoyos en las urnas.
Es preciso que CiU y otras fuerzas de afinidad
independentista asuman sus graves responsabilidades en la equivocada gestión de
la presente crisis económica y en los abusos en que incurrieron y dejen de
exculparse bajo el supuesto expolio perpetrado por España. Esa estrategia de
exculpación les ahorra el debate económico y social que necesitan tanto
Cataluña como el resto de España, exacerbando y absolutizando, en su lugar, un
debate nacional y nacionalista.
Consideramos, además, que todas las fuerzas democráticas
deberían sumarse en la búsqueda de un mejor encaje institucional para Cataluña,
de una financiación más justa y de una federalización del deteriorado Estado de
las autonomías, que inscriba en su norma suprema la solidaridad
interterritorial y los criterios de su aplicación compatibles con el esfuerzo
común de todos y el principio de ordinalidad. Por ese camino podremos seguir
ampliando las cotas de libertad, igualdad, progreso y respeto mutuo logradas
con la Constitución de 1978.
Algunos firmantes del texto
Aguilar, Miguel
Ángel. Periodista.
Alberdi, Inés.
Catedrática.
Almodóvar, Pedro.
Cineasta.
Alvarez Junco,
José. Catedrático.
Arregi, Joseba.
Exprofesor de la UPV y exconsejero de cultura del Gobierno Vasco.
Azúa, Félix de.
Escritor.
Barreiro, Belén.
Socióloga.
Caballero Bonald,
José. Escritor.
Cajal, Máximo.
Embajador de España.
Casanova, Julián.
Historiador.
Cortés, Matías.
Catedrático de Derecho Financiero.
Croissier Batista,
Luis Carlos. Economista.
Eguiagaray, Juan
Manuel. Economista.
Goytisolo, Juan.
Escritor
Grandes, Almudena.
Escritora.
Guelbenzu, José
María. Escritor.
Juliá, Santos.
Historiador.
Laborda, Juan
José. Senador constituyente.
Lindo, Elvira.
Escritora. Madrid.
López, Cayetano.
Director del CIEMAT.
Luna, Álvaro de.
Actor.
Mariscal, Javier.
Diseñador.
Martín Pallín,
José Antonio. Magistrado Emérito del Tribunal Supremo.
Martínez Reverte,
Javier. Escritor.
Martínez Ten,
Carmen. Pta. Consejo Seguridad Nuclear.
Moneo, Rafael.
Arquitecto.
Muñoz Molina,
Antonio. Escritor.
Ontiveros Baeza,
Emilio. Catedrático.
Probst Salomon,
Barbara. Escritora.
Quadra Salcedo,
Tomás de la. Catedrático.
Querejeta, Elias.
Productor de cine.
Rábago, Joaquín.
Periodista.
Recalde, José
Ramón. Ex consejero Gobierno Vasco.
Ridao, José María.
Diplomático y Escritor.
Rubio Llorente,
Francisco. Catedrático Derecho Constitucional.
Sánchez-Gijón,
Aitana. Actriz.
Solchaga, Carlos.
Vargas Llosa,
Mario. Escritor.
El presidente de la Generalidad y candidato de CiU a la
reelección, Artur Mas, ha dicho hoy que "ni los tribunales ni la
Constitución" podrán parar el proceso soberanista en Cataluña. Además,
aseguró que "irán a por mí". "Querrán desestabilizar el proceso
y desestabilizarme", agregó.
Durante un acto de apoyo electoral de miembros de la
sociedad civil a Mas, este ha pedido una "mayoría excepcional" para
un "momento excepcional" y ha asegurado que en las próximas
elecciones habrá gente que dará a CiU votos que sean "prestados" para
sacar adelante su proyecto. "No se puede encabezar un proyecto de esta
magnitud sin un liderazgo fuerte", ha subrayado.
Ha asegurado, sin concretar más, que siempre que sea
necesario CiU "dará un paso atrás a favor" de este proceso, iniciado
para que Cataluña pueda llegar a tener un estado como los otros de Europa,
porque el proyecto va mucho mas allá de cualquier formación política y de
cualquier persona, y su partido es un "instrumento" a favor del
mismo.
Durante su discurso, el candidato de CiU y presidente de la
Generalitat ha afirmado que Cataluña vive "momentos excepcionales",
de lo que fue plenamente consciente durante la celebración de la última Diada,
en la que una "riada" de gente salió a la calle para decir
"basta" y apuntarse a un "proyecto de ilusión colectiva" y
que, entonces, decidió ponerse "al lado de la gente".
Ha pedido que la voz de la calle "se transforme en
votos en las urnas porque "nos jugamos mucho", y para que quede claro
que en aquella manifestación no había "manipulación" ni "deriva nacionalista",
sino una mayoría social para que Cataluña llegue a tener un estado como
cualquiera de los que hay en Europa.
Mas ha asegurado que ha llegado el momento de ejercer el
derecho a la autodeterminación, que los catalanes no han podido disfrutar en
tres siglos.
Ha pedido a la gente que "no tenga miedo" porque,
si en las próximas elecciones catalanas se demuestra que hay un "clamor
del pueblo", el proceso de Cataluña no lo podrá para nadie. "Esto es
lo que nos jugamos en las urnas", ha añadido.
"Si hay una mayoría rotunda y clara del derecho a
decidir y de tener instrumentos de Estado, no se podrá pasar por alto el
resultado del 25-N", ha dicho Mas, quien ha insistido en que por eso
interesa un resultado "contundente" para que a España y a Europa les
quede claro lo que Cataluña quiere.
También ha apuntado que ante los "ataques, provocación,
insultos y amenazas" hay que responder con "serenidad" porque
los que quieren llevar este debate al "terreno de la bronca" ganan en
esta estrategia, pero "en el terreno de la democracia, ganamos
nosotros".
Ha advertido de que este proceso puede ser más complicado de
lo que parece y "no es fácil" liderarlo porque hay gente que
intentará desestabilizarlo, y ha insistido en que espera seguir con este
proyecto hasta el final mientras tenga al pueblo a su lado.
Ha considerado "legítimo" que haya gente que diga
que ha convocado elecciones anticipadas para no hablar de los recortes, cosa
que ha negado, aunque ha dicho que los que prometen que no habrá más recortes
"están engañando" y ha insistido en que el compromiso de CiU es hacer
que Cataluña tenga instrumentos para tomar sus propias decisiones y más
recursos.
Mas ha dicho que lo primero que hará después de las
elecciones será convocar a todos los partidos políticos para "consensuar
la hoja de ruta de Cataluña".
Tras el manifiesto "federalista" publicado el
domingo por El País, este lunes le toca el turno a El Mundo, diario en el que
destacados intelectuales han firmado otro documento en apoyo a la unidad de
España, que, a diferencia del diario de Prisa, no sólo es "a favor de la
izquierda".
El manifiesto supone "un paso al frente" para
responder al reto secesionista de Artur Mas, defendiendo el respeto al
ordenamiento jurídico y al marco de convivencia establecido por la Constitución
como único cauce. Este documento surgió por iniciativa del ex secretario
general del PSE Nicolás Redondo Terreros, y ha sido firmado por 40
personalidades, algunas de ellas también firmantes del de El País.
Entre otros, destacan firmas como Antonio Elorza, Juan Pablo
Fusi, Fernando Savater, Francesc de Carreras, Carmen Iglesias, José Félix
Tezanos, Maite Pagaza, Jon Juaristi, Enrique Gimbernat, Jorge de Esteban,
Manuel Jiménez de Parga, Santiago González y Arcadi Espada.
Terreros ha explicado a El Mundo que el manifiesto surgió para
encontrar un texto que sirviese como "punto de encuentro" que
representase la "posición central mayoritaria" a la izquierda y a la
derecha, y que reivindicase "el ámbito de la concordia" que se
cimenta en la Constitución. El debate podrá ser firmado por cualquier ciudadano
a través de una web.
El manifiesto: "Con Cataluña, con España"
Los abajo
firmantes, preocupados por los últimos acontecimientos que se han producido en
la vida política de Cataluña, queremos expresar nuestra opinión sobre algunos de
los problemas que estos hechos ponen de relieve.
1º.- Queremos
dejar patente nuestra lealtad a la Constitución de 1978, pieza clave en la
construcción de nuestra democracia, uno de los hechos políticos más felices de
nuestra reciente Historia. Su vigencia a lo largo de los últimos 34 años ha
constituido y constituye la garantía del periodo más largo de convivencia
democrática que nos hemos dado los españoles.
2º.- Como
herederos de las tradiciones liberal y socialdemócrata de las que procedemos,
queremos reivindicar el Estado y la Nación españoles, obra del pasado, el
presente y el futuro de un pueblo que quiere permanecer unido en defensa de la
libertad, la igualdad, el pluralismo político y el progreso económico.
3.- Consideramos
que Cataluña se ha hecho acreedora de la estima y la solidaridad del resto de
España. Nadie debe olvidar su importante contribución al proceso de
modernización de nuestro país y su acogida a miles de trabajadores de otros
lugares de España. De análoga manera, es preciso recordar la aportación de
éstos al crecimiento y al desarrollo de la economía y a la modernización de la
sociedad catalana. Por todo ello, no estamos dispuestos a que un muro de
incomprensión y agravios inventados pueda ser levantado dentro de la sociedad
catalana, y entre la sociedad catalana y los ciudadanos del resto de España.
4º.- Queremos
llamar la atención sobre el riesgo de fractura a que pudieran conducir
actitudes irresponsables en medio de las dificultades por las que atraviesa la
vida española. Lejos de enfrentarnos a la crisis de forma desunida, pensamos
que es el momento de movilizar los recursos de la Nación y buscar el acuerdo de
todas las fuerzas políticas y sociales para salir del preocupante trance en que
nos encontramos en España y en Europa .
5º.- Llamamos a
respetar los cauces democráticos en todo intento de solución que se plantee
para resolver los actuales problemas políticos: la observancia y el acatamiento
de las leyes, el cuidado de la convivencia y el respeto a los procedimientos
previstos en el ordenamiento jurídico. No estamos dispuestos a asistir al
fracaso de un orden democrático en el intento de abordar la solución a
problemas que solamente pueden verse agravados con el recurso a traumáticos
expedientes de ruptura.
Terminamos
haciendo apelación a la cordura, la responsabilidad y la prudencia como
actitudes indispensables para hacer frente al reto que algunos pretenden
plantear a la sociedad española, manifestando nuestra confianza en el marco
constitucional y en el Estado de Derecho como terreno idóneo para la búsqueda
de soluciones sobre el futuro de España.
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