jueves, 8 de noviembre de 2012

El sistema educativo, responsable del auge del secesionismo catalán



Desde hace muchos años, algunos profesionales de la información hemos denunciado que el control de la Educación y de los medios de comunicación públicos por políticos secesionistas en Cataluña crearía el caldo de cultivo para la pirueta con que Arturo Mas acaba de obsequiar a la opinión pública española.
El primer error lo cometió Adolfo Suárez. La Educación es clave para la unidad de cualquier país. Transferirla sin controles eficaces era tanto como acentuar el secesionismo. Los textos de Historia que estudian los niños en Cataluña desprecian a España y, en algunos casos, suscitan el odio hacia lo que nuestra nación significa.
Si la Educación traspasada a Cataluña o al País Vasco ha tenido un resultado perverso, delirante es lo que, salvo excepciones, se enseña en otras Autonomías. El aldeanismo oscurece el bosque de la gran Historia que España escribió, una de las tres más destacadas de la Europa contemporánea junto a Francia e Inglaterra.
Al margen de matices y veladuras, tan necesarios en la vida política, tiene razón José Ignacio Wert al achacar el auge secesionista al sistema educativo: «Hay algunos ciudadanos -ha dicho el ministro- que relacionan el sentimiento independentista en algunas comunidades autónomas con la educación». No es casualidad que en el País Vasco el gasto educativo por alumno sea el doble que en Andalucía. Tampoco es una casualidad que en Cataluña y Baleares resulte prácticamente imposible que un niño pueda estudiar en castellano.
Junto al control de la educación, los secesionistas catalanes han manejado a su antojo los medios de comunicación públicos. Además, aprovechando la crisis económica, han cubierto de subvenciones y patrocinios a los privados y han conseguido alinear a varios de ellos al lado de su proyecto soberanista. Por otro parte, el cine, el teatro, las asociaciones culturales, están condicionados por un sistema de ayudas y subvenciones que exigen el radicalismo en la propuesta secesionista. Rajoy no tiene capacidad para luchar solo contra una realidad que avanza de forma cada día más alarmante. Parece obligado que se reúna con Rubalcaba y que, juntos el PSOE y el PP, arbitren fórmulas para contener el alud desencadenado por un Arturo Mas acosado por la deudas de la Generalidad y también por unos políticos corruptos aterrados de que actúe la Justicia española. En todo caso, estamos recogiendo ahora los lodos que engendraron los polvos de la Educación y los medios de comunicación sin control desde que Adolfo Suárez decidió el café para todos y traspasó competencias que debieron quedarse en el Gobierno de la nación.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.

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