jueves, 17 de mayo de 2018

Una fecha olvidada: 1412: Caspe


El Compromiso de Caspe.

Según lo aprobado en la Concordia de Alcañiz, los nueve compromisarios debían reunirse en Caspe el 29 de marzo de 1412 y pronunciar su sentencia en el plazo de dos meses. No obstante, surgieron algunos inconvenientes que obligaron a retrasar la publicación del fallo un mes.
Los compromisarios mantuvieron un intenso ritmo de trabajo y estuvieron continuamente reunidos en sesiones de mañana y tarde, e incluso en veladas nocturnas, para atender la urgencia de la solución y abarcar todas las cuestiones que se presentaban a su consideración. El proceso experimentó una mayor lentitud de la esperada en lo tocante a la atención prestada a la equidad e igualdad de trato y oportunidades de todos los candidatos. A los embajadores de todos ellos, siguiendo el orden de presentación, se les otorgaron las audiencias solicitadas para exponer sus argumentos y se admitieron todas las pruebas y documentos que consideraron oportuno entregar.

La mañana del 25 de junio, los nueve compromisarios firmaron el acta e hicieron pública su decisión. El acta es breve, concisa, con la referencia precisa a la Concordia de Alcañiz, sus nombramientos y juramentos, sin alusiones a cuestiones jurídicas ni a derechos adquiridos ni a argumentos empleados en su decisión ni, sobre todo, a la orientación de los votos particulares de los nueve. Dan el veredicto final que no tiene posibilidad de revocación y no debe someterse a ninguna ratificación por otra instancia. Todos firman y hacen suya la sentencia que señala a Fernando de Castilla como rey y señor de Aragón. No hay votos útiles, ni forzados, ni abstenciones. Según el documento oficial, todos los compromisarios estuvieron de acuerdo en que Fernando era el verdadero rey y señor. Tras la lectura pública de la sentencia, Fernando es ya rey de Aragón.
El triunfo aplastante del sentido nacional —la inminencia de la unidad peninsular estaba en el ambiente, pese a la derrota de Castilla en Aljubarrota (1385)-; el desarrollo democráticamente modélico de las sesiones en la villa aragonesa que desembocaron en el plazo de un ¡trimestre! en la elección -24 de junio- del infante D. Fernando, el de Antequera en rey de Aragón (1412-16); el ancho caudal de una cultura jurídica impregnada de vivencias y vigencias religiosas; el papel esencial representado en las deliberaciones —siempre transcurridas en un clima de absoluta libertad y autonomía- por un líder espiritual como el dominico valenciano san Vicente Ferrer, son, entre otras de igual tenor, circunstancias, qué duda cabe, con muy escasa cotización en las esferas que controlan hodierno los resortes del poder de la comunicación, la política y hasta de extensos círculos académicos.
Por motivos fácilmente imaginables, pero de larga enumeración, en todas ellas el pensamiento e ideales que movilizaron el pueblo y las elites del “Casal de Aragón” para superar la grave crisis provocada por la muerte, sin heredero directo tras la inesperada desaparición de su único hijo, Martín, el joven —junio de 1409-, en la primavera de 1410 del último monarca de la dinastía barcelonesa, Martín, el Humano, apenas logran abrirse un hueco, oficialista y convencional, en su apretada agenda, repleta de asuntos más perentorios…

Tras la “Diada” de este año que enfila ya su recta final, la lectura del Compromiso de Caspe —relegada por completo en los centros de enseñanza de todo el Principado y también como acaba de decirse en los de España entera- cobra aspectos de insospechada actualidad y urgencia.
Siempre es posible el compromiso entre gentes de buena voluntad y de raíces antropológica, histórica y culturalmente comunes.
Los catalanes, de tradición pactista sin paralelo en el Viejo Continente - solar por excelencia de la mejor cochura jurídica, esto es, de la nacida de la fusión del derecho romano y el germano-, lo saben mejor que nadie.
Ante los grandes, quizá dramáticos y acaso trágicos envites que el diseño jurídico-administrativo de la nación afrontará ineluctablemente en los próximos meses el recuerdo de la efemérides de 28 de junio de 1412 tal vez arrojara sombra protectora y estimulante a los debates agonísticos que el tema planteará.


José Manuel Cuenca Toribio.- El Imparcial.
(19 Oct 2012 - 19:02)

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