Ana Julia, la depredadora de hombres
Denunció a su marido; cobró 30.000 euros al morir su segunda pareja; sacó 17.000 a la tercera y se quedó con el bar del cuarto. Al quinto lo dejó sin su hijo
MadridActualizado:
Entre 1992 –cuando Miguel Ángel la sacó de un prostíbulo burgalés– y marzo de 2018 –fecha en la que ingresó en prisión por matar al pequeño Gabriel Cruz–, Ana Julia Quezada ha tenido cinco parejas, con un denominador común: ha vivido a su costa o se ha apropiado de su dinero. A todos estos hombres les ha causado algún perjuicio importante, según los testimonios recogidos en el sumario. A Ángel, el padre de Gabriel, le ha despezado la vida. La definen como «fría, calculadora y manipuladora», incluso su propia hija.
MIGUEL ÁNGEL R. D. salvó a Ana Julia. La conoció cuando ejercía la prostitución en un club de Rubena (Burgos) a finales de 1992 y seis meses después se casó con ella, que tenía entonces 21 años, un bebé en República Dominicana y estaba embarazada de su segunda niña, Judith, hija de Miguel Ángel. En 1995 lograron traer a la pequeña Ridelca, con tres años. Un domingo de 1996, Miguel Ángel, camionero de profesión, halló a la criatura muerta en el patio interior del edificio. Junto a la ventana del séptimo piso había una mesita pegada. El atestado se cerró como un accidente.
En aquellos años, Ana Julia trabajaba en la hostelería y en una carnicería. La pareja tenía una buena convivencia, según explicó Miguel Ángel a la Guardia Civil tras la detención de su exmujer. En 2003/4 les tocaron 93.400 euros en la Bonoloto. Felices, viajaron a República Dominicana y se dieron el capricho de un crucero. Vivieron bien 4 años más. «En 2009 ella me dijo que se acabó el amor y me pidió el divorcio». La separación fue «tortuosa». Ella se quedó con la casa que habían comprado y con Judith. Miguel Ángel le pasaba una pensión de 700 euros, lo que le acarreó un enorme quebranto económico. A los dos años intentó hablar con ella para cambiar esos términos. Ana Julia lo denunció por acoso y fue condenado a 21 días de trabajos y a no poder comunicarse con su ex. En los siguientes cuatro años no pudo ver a su hija. Cuando la niña cumplió 18 años retomó la relación con su padre. Poco después, Ana Julia le propuso a través de su abogada venderle su parte de la vivienda y que se quedara con la hija. «Me dijo que quería empezar una nueva vida sin cargas».
A Miguel Ángel, con quien la asesina confesa estuvo casada 17 años, le preguntó la Guardia Civil si Ana Julia era muy materialista. «A raíz de lo de la lotería me di cuenta de que sí». También le preguntaron sobre los extraños episodios de fiebres muy altas e inexplicables que sufrió y de los que nunca se averiguó la razón cuando estaba casado con ella. El padre de su hija explicó hace dos meses a los agentes que ha llegado a sospechar de Ana Julia. La razón: un seguro de vida vinculado al crédito hipotecario de su casa, de la que eran titulares a medias.
FRANCISCO JAVIER S. V. es su segunda pareja conocida en España. Tenía 16 años más que ella, un grave problema de alcoholismo y un cáncer que acabó con él en 2012. Los hijos declararon el pasado marzo que ella se aprovechó de estas circunstancias para obtener dinero. «Mi padre no podía consumir alcohol ni tabaco y ella se lo fomentaba para tenerlo controlado», contó el hijo. Fueron ellos quienes detallaron a la Guardia Civil que Ana Julia compró una casa de 45.000 euros en República Dominicana. «Dejó de trabajar y vivía de mi padre, sin ningún otro ingreso». «En la bolera le pedía chupitos de whisky sin él pedirlos». Intentó casarse con él casi en su lecho de muerte. «Se lo pidió a mi padre en varias ocasiones, pero nosotros nos negamos. El pretexto que ponía era la pensión de viudedad». En sus últimos meses, ya muy enfermo, Javier, propietario de una empresa de hostelería, suscribió un seguro de vida cuya única beneficiaria era Ana. Cobró 30.000 euros a la muerte de él; su hija Judith lo confirmó. «Mi madre se puso muy contenta cuando le ingresaron el dinero», declaró el pasado 4 de abril y confirmó que Ana Julia se iba a consumir alcohol con Javier por bares de Burgos, pese a saber la grave adicción que padecía. «Era una persona muy buena, con muy buen corazón», confesó la chica.
Un mes antes de fallecer, él sacó un crédito para que Ana Julia se aumentara el pecho: 6.000 euros, que los herederos de Javier tuvieron que seguir pagando tras la muerte. Los hijos de Javier la denunciaron por quedarse con las joyas de su padre, las que le tuvieron que quitar en el hospital para una prueba de urgencia. La causa no prosperó. En el tanatorio, la dominicana «montó un espectáculo», a base de lloros y gritos, pero esa misma noche se fue al cine y a cenar con la que ya era su siguiente pareja.
JUAN MANUEL L. O. es la tercera de sus parejas que recoge el atestado de la Guardia Civil, tras tomar declaración a la hermana de este hombre. Ana Julia mantuvo una relación paralela con él y con Javier.«Inició otra relación con otro vecino de Burgos, con unas características personales similares al anterior, mayor que ella y también gravemente enfermo (cáncer de garganta)». Murió en 2015. Su familia cree que recibió de él al menos 17.000 euros o eso contó Juan Manuel antes de su muerte. La denunciaron. Ana Julia fue absuelta. Su hermana contó que además le pagó una operación estética por 1.300 euros.
SERGIO M. G. tiene la misma edad que Ana Julia. Tras dos relaciones con hombres mayores que ella, conoció a Sergio en Burgos. Pasaron unas vacaciones en Las Negras (Almería) y decidieron empezar de nuevo e instalarse allí. La pareja duró tres años, uno de ellos casados, hasta que la mujer quiso separarse en octubre de 2016. «Al poco de llegar montamos un bar, que estaba a nombre de Ana Julia. Uno de los motivos por los que no nos hablamos es por un tema económico porque Ana se quedó con el bar sin darme ninguna compensación económica», declaró el músico y carpintero a los investigadores. Tal vez esa sea la razón de que la ahora encarcelada tratara de dirigir las sospechas del crimen de Gabriel hacia su exmarido. «Odia a los niños», le dijo a su pareja y a una amiga. Y colocó la camiseta del pequeño en un paraje por donde ella y su ex paseaban a los perros, a 500 metros de la vivienda de Sergio.
No solo eso; trató de que su propia hija Judith cimentara esas sospechas, manipulándola, como hace con todo el que se cruza en su camino. Poco después de la aparición de la camiseta y tras comentar ambas la extrañeza por el lugar del hallazgo, Ana Julia llamó a Judith y le pasó al psicólogo para que le contara lo que pensaba de Sergio. «Me manipuló», admitió después la chica. «Tuvo la sangre fría de utilizar a su propia hija para generar sospechas falsas», señalan los agentes.
ÁNGEL CRUZ era el padre de Gabriel. Se conocieron en la Nochevieja de 2016 en el «Black», el pub que habían abierto Ana Julia y su exmarido cuando aterrizaron en Las Negras. Poco después ya eran pareja; cuando ella raptó al niño llevaban tres meses conviviendo en la casa de él en Vícar y el pequeño pasaba con ellos fines de semana alternos y dos tardes por semana. Ángel es químico en una empresa de esa localidad almeriense.
«Mi madre me comentaba que Ángel era muy bueno, que le pagaba todo, que no le dejaba pagar nada a ella ni casa, ni comida, ni nada». En plena desesperación y búsqueda de la criatura, su madre tras decirle que se iba a casar con Ángel y que ya tenían todo a punto le hizo otra serie de comentarios sobre el cuerpo que se le estaba quedando de ir al gimnasio dos o tres sesiones seguidas. A ella y a otros familiares cercanos los llevó varios días a la finca de Rodalquilar donde tenía enterrado a Gabriel, mientras abrazaba y besaba a su padre.
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